“Cada vez que alguien defiende un ideal, actúa para mejorar la suerte de otros o lucha contra una injusticia; transmite una diminuta onda de esperanza que se cruza con otras en un millón de diferentes centros de energía; esas atrevidas gotas crean una corriente tal que puede derribar los muros más poderosos de opresión e intransigencia” – Robert F. Kennedy
Por: Elizabeth Mora-Mass, en Nueva York – Miguel Álvaro Sarmiento A, en Miami.
Como lo ha venido haciendo durante años, este viernes 28 de septiembre, Ana María Archila se levantó una vez más no para hacer historia sino con el valor suficiente para levantar su voz por la de quienes no pueden hacerlo. Junto con su compañera de protesta, María Gallagher, el valor que demostraron las dos Marías bien puede haber cambiado el rumbo de la historia política, judicial y social de los Estados Unidos para las generaciones venideras.
Ana María viene de una familia de activistas. Su tía Sara, fallecida, su padre, Arturo, ambos participaron en política en su nativa Colombia en el período en el que su país, la segunda democracia más antigua en el continente americano, escribía una nueva Constitución y más tarde en Nueva York abogando por la doble ciudadanía para sus compatriotas.
Desde hace un par de semanas, Archila y Gallagher viajaron de Nueva York a Washington D.C. con la intención de protestar la posible confirmación de el juez federal, Brett Michael Kavanaugh; nominado por el presidente Trump al Tribunal Supremo de Justicia para llenar la vacante que deja el retiro del juez Anthony Kennedy.
El Efecto Judicial
El retiro de Kennedy, significa que el voto decisivo para preservar derechos en casos referentes a Derechos de Género, Derechos Reproductivos de la Mujer, Separación del Estado y la Iglesia, Derechos de Minorías e Inmigrantes, Derechos de Privacidad y de Libertad de Expresión, quedaría en manos de Kavanaugh.
Kavanaugh, tiene un extenso historial de tendencia conservadora extrema; él sería el voto clave en la reducción, limitación o derogación de muchos de esos derechos en los que el voto de Kennedy fue crucial para defenderlos.
Sumado a éstas posibilidades está la de la intención de Trump de protegerse él mismo de la lluvia de casos legales e investigaciones que han venido cerrándole espacio y que están a punto de rendir un fruto, posiblemente desfavorable, que determinarán el futuro político, económico y legal del primer mandatario de los Estados Unidos.
Asimismo, sobre el nominado pesan también múltiples quejas de una conducta sexual inaceptable. Casualmente, conducta muy similar a la de quien le nominara. Entre las varias quejas que hay en su contra, sobresale la de la doctora Christine Margaret Blasey Ford.
¿A dónde van a cumplir años las víctimas?
La doctora Ford, es una reservada profesora de sicología en la Universidad de Palo Alto e investigadora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, ambas localizadas en el estado de California.
Ella, a pesar de querer mantener su identidad anónima y su traumática experiencia, secreta; alguien le paso la información a los medios de comunicación y, un acelerado proceso que parecía ser acto legal consumado, no sólo dio a luz una serie de acusaciones de posibles actos similares al vivido por la doctora Ford a manos del honorable juez, sino que las múltiples quejas que nacieron después, han puesto en riesgo la llegada a término de una nominación que bien puede terminar siendo abortada.
“Estoy hoy aquí no porque quiera estarlo. Estoy aterrorizada. Estoy aquí…” dijo la doctora Ford con voz entrecortada. “Estoy aquí, porque pienso que es mi deber cívico contar que me pasó a mí mientras Brett Kanaugh y yo estuvimos en el colegio”, recalcó Ford en su presentación inicial.
Así, el pasado jueves 27 de septiembre, la doctora Ford, quien tal vez hubiese preferido haber celebrado su cumpleaños número 52 rodeada del calor familiar en su casa, se vio obligada a estar sentada en medio de una Caldera del Diablo rindiendo testimonio juramentado ante una hostil audiencia de 11 viejos, algunos decrépitos, senadores anglos, blancos republicanos; una mesurada abogada, haciendo las veces de fiscal y portavoz de los hombres de la bancada republicana quienes la contrataron para darle un mejor efecto visual al entorno; 10 amables senadores demócratas, de diferentes géneros y etnias; millones en la radio y televisión local, regional, nacional e internacional y, millones más en las ardientes redes sociales; sacándole al señor juez todos los trapitos sucios al sol.
“Lo que me motivó a salir a la luz pública fue poder ofrecer los hechos sobre el daño que las acciones del señor Kavanaugh han tenido sobre mi vida”, explicó Ford con voz temblorosa.
La doctora rindió un testimonio pausado y conmovedor, en el que revivió ése traumático día del verano de 1982 cuando, según cuenta ella, el hoy nominado al Tribunal Supremo de Justicia, al parecer, en un ataque hormonal enjuagado en alcohol, trató de violarla cuando ella tenía 15, él 17 años.
“No tengo todas las respuestas”, dijo Ford, pero continuó diciendo, “los detalles de lo que me pasó a mí, son lo que me trae hoy aquí. Ellos están incrustados en mi memoria y a diario me espantan”, indicó.
En su turno en la ronda de preguntas, el senador Dick Durbin, Demócrata del estado de Illinois, le formuló la siguiente:
“Doctora Ford, ¿Con qué grado de certitud cree usted que fue Brett Kavanaugh el que la atacó?”
La respuesta no se hizo esperar:
“En un 100%”, aseveró Ford.
Dos gotas de esperanza
Dos Gotitas de Esperanza
Mientras la doctora Ford rendía su conmovedor testimonio ante un Comité Judicial desencajado, dos gotas de esperanza, las dos Marías se daban a la tarea de recorrer los pasillos del Congreso tratando de encontrar a un senador o senadora que escuchara su plegaria. En particular, estaban al asecho de la atención que les pudieran dar los senadores de voto indeciso sobre la confirmación del juez. El senador Jeff Flake, de Arizona, era uno de esos votos.
El Tremendo Juez y su Tremenda Descortesía
Una vez finalizada la declaración de la doctora Ford, le tocó el turno al acusado, el Juez Brett Kavanaugh.
El ‘Honorable’ Juez no salió, saltó como salta un toro al centro del ruedo en una tarde soleada, en una plaza repleta de espectadores hasta las banderas. Antes de tomar asiento en medio del salón del Comité Judicial, tomó la tablilla que tenía su nombre inscrito, la movió de un lado a otro, resopló un par de veces por la nariz y finalmente se sentó. Tras la presentación de trámite que le hiciera el senador Grassley, presidente del Comité; el honorable juez fue perdiendo compostura y con ella su título de honor.
Su declaración inicial fue todo un desatino; una descarga visceral contra los Clinton, el Partido Demócrata y las injusticias que propagan los falsos medios de comunicación. Su atropello, parecía más una elegía a la ideología de quien le nominara, que un argumento legal escrito con el juicio y el temple balanceado de un nominado a ser parte de la corte más importante de la rama judicial de la democracia de los Estados Unidos: el Tribunal Supremo de Justicia.
“De manera categórica e inequívoca, niego la acusación de la doctora Ford en mi contra. Jamás tuve un encuentro sexual o físico de ningún tipo con la doctora Ford”, aseveró un airado Juez haciendo eco reminiscente de la infame respuesta del expresidente Clinton ante las acusaciones que pesaron sobre su presidencia por el caso de su relación extramatrimonial con la joven Mónica Lewinsky.
“No pongo en duda que la doctora haya sido agredida sexualmente por alguien, en algún lugar, en algún momento. Pero yo, jamás le he hecho eso ni a ella ni a nadie. Soy inocente de este cargo”, concluyó el juez.
Su resoplido inicial se fue convirtiendo entonces en una serie de pucheros que de cuando en cuando desembocaban en llanto de telenovela y más tarde en reto tipo ‘quien es más macho’, y finalmente en un mano a mano con la senadora Amy Klobuchar, de Minnesota que se desarrolló así:
“En su testimonio por escrito; usted dijo que a veces bebía en exceso. ¿Alguna vez llegó a beber tanto que no podía recordar lo que había pasado, o parte de lo que había pasado, la noche anterior?” le preguntó la senadora Klobuchar al juez Kavanaugh.
“Yo, no; recuerdo lo que sucedió. Tal vez haya bebido cervezas, senadora”, respondió el juez.
“¿Dice usted que jamás ha habido un caso en el que usted haya bebido tanto que no recuerda lo que pasó la noche anterior, o parte de lo que pasara?”, insistió la senadora.
“Está usted preguntando si he tenido pérdida de la conciencia… No lo sé. ¿Le ha pasado a usted?”, advirtió resoplando su respuesta el juez.
Tras una pausa de estupefacción, la senadora insistió: ¿Puede responder a la pregunta, juez?
La propia senadora tuvo acudir a su rescate: “Eso no ha pasado… ¿Es esa su respuesta?
“Sí… Y tengo curiosidad: ¿Le habrá pasado a usted?” , arremetió un insolente Kavanaugh. “No tengo problema con la bebida”, añadió puntualizando entre pucheros el honorable juez.
“Yo tampoco”, respondió la senadora Klobuchar.
Para el cierre de la sesión en el Comité, el juez no solamente había perdido la compostura, también había perdido a Rachel Mitchell, la representante legal que el equipo de senadores republicanos que lo defendía a él, la habían contratado y a quien en un acto insolente de Debut y Despedida, dejaron cesante debido a las preguntas incómodas que estaba formulando. Mitchell llegó a punto de cuestionar por qué estaba Ford rindiendo testimonio ante el Comité, en lugar de estar haciéndolo bajo condiciones más típicas y seguras en las que normalmente lo hacen las víctimas de crímenes sexuales.
A pesar de esto, el ambiente en el lado Republicano era triunfalista. Jeff Flake había anunciado que votaría por la confirmación del juez y solamente esperaban a que su presidente llamara a votar como trámite de rutina, para ratificarla.
Así, a pesar de su mala presentación ante el Comité; a pesar de las múltiples acusaciones de crímenes sexuales y de llamados para que el FBI realizara una investigación, el juez Kavanaugh iba camino al Tribunal Supremo de Justicia.
Sin embargo, la pausa para almorzar se transformó en una pausa embarazosa; la digestión dentro de la sala del Comité Judicial, en una confusión entre republicanos abrumados por la decisión que se tomaría al final. Y el senador Jeff Flake, en conservador con conciencia.
El Milagro de las Marías
Cuando el senador republicano Jeff Flake iba camino al elevador que lo llevaría de regreso al Comité para sellar la suerte del juez Kavagaugh como futuro miembro del Tribunal Supremo de Justicia, y con ella la de millones de mujeres y hombres que han sido, y son, víctimas de crímenes sexuales; en su camino se le interpusieron dos inmaculadas Marías – Ana María Archiles y María Gallagher, quienes como el par de atrevidas gotas de esperanza de las que hablaba el senador Robert Kennedy en su famosa frase; con un argumento apasionado sobre su propia experiencia como víctimas de crímenes sexuales, lograron condicionar el voto del senador Flake y con el preservar un poco la virtud de un proceso de confirmación que parecía viciado.
Gracias a su valor, el voto condicionado del senador Jeff Flake, lograron que Trump aprobara la extensión del proceso mientras que el FBI investiga la queja de la doctora Ford y casos similares asociados a la confirmación del juez.
Sus acciones, resultaron en que un conmovido Flake se uniera a esa creciente corriente arrolladora que puede derribar los muros más poderosos de opresión e intransigencia.
Si bien las dos Marías, se convirtieron así en heroínas de las causas imposibles, esperamos que sirvan como modelo para que defiendan los ideales, se mejore la suerte de otros y se luche con más ahínco aún contra las injusticias.
Lo que viene
Si bien Trump ha limitado la cobertura y el alcance de la investigación del FBI, las evidencias que hemos visto hasta el momento no le auguran un final de semana feliz al juez Kavanaugh. Veamos lo que puede resultar más claro después de la investigación del FBI:
- El propio calendario que presentó el juez como evidencia de su inocencia, contiene más evidencia que agrava su circunstancia que la que la mitiga.
- El anuario escolar, está saturado de lenguaje vulgar que compañeros de clase del juez han dicho estar dispuestos a traducir.
- El posible testimonio de la Renata que menciona el juez en su anuario. Ella, al parecer, fue una víctima más del juez y parece estar dispuesta a contar su versión sobre el grado al que le llegaron a afectar los ataques del juez y su grupo de amigos. Acoso que, al parecer, la pusiera a ella al borde del suicidio.
- Las múltiples notas periodísticas de la época, sobre la cantidad de quejas de fiestas de jóvenes en esa misma área que llegaron a terminar en reuniones de las directivas de los colegios con padres de familia para estudiar cómo controlar los excesos de estudiantes como los que describe Ford y las demás víctimas.
Dónde conseguir ayuda si usted es o ha sido víctima de violencia sexual:
Para asistencia en español, llame al 1-888-956-7273 y selecciones la opción #2.
• RAINN (Rape, Abuse & Incest National Network) staffs a National Sexual Assault Telephone Hotline that connects callers with trained specialists in their area. The toll-free number is 800-656-HOPE (4673). Live chats are also available.
• Love is respect, formerly the National Dating Abuse Helpline, fields phone calls 24 hours a day, 7 days a week at 866-331-9474. Help is also offered via text messages (text LOVEIS to 22522) and through online chats.
• The National Center on Domestic and Sexual Violence offers links to a variety of hotlines for victims of domestic violence, child abuse and neglect, members of the LGBTQ community and more.
• The National Child Traumatic Stress Network also has a list of hotlines for victims of child sexual abuse, dating abuse, domestic violence and other kinds of crime victims.
Ana María Archiles, emigró a los Estados Unidos desde Colombia a la edad de 17 años y se ha convertido en la voz principal de justicia racial, justicia económica y derechos de los inmigrantes en Nueva York y ahora nacionalmente. Fue víctima de asalto sexual cuando tenía 5 años.
María Gallagher, se graduó de la universidad este año y tiene todo el futuro en sus manos. Ha trabajado con el grupo Strong Women, Strong Girls. También fue víctima de crimen de asalto sexual.