• En muchos vecindarios del área metropolitana de Nueva York, muchos están de acuerdo con Donald Trump para sacar a los indocumentados
Por Elizabeth Mora-Mass.
New York. “Yo estoy de acuerdo con Donald Trump y sus políticas: Hay que sacar a los indocumentados de aquí”, afirma iracunda la dueña de ciertos restaurantes de Brentwood, Long Island NY, un pueblo donde viven miles de latinos.
Muchos de sus vecinos están de acuerdo con ella. Los indocumentados y sus hijos, sólo nos han traído problemas y violencia. “Yo me vine de Queens hace 25 años porque quería que mi familia creciera en un ambiente sano y amigable. Así era este pueblo, hasta que empezaron a llegar docenas de indocumentados con sus hijos pequeños”, cuenta Gabriel un colombiano con su propio negocio en la zona.
Según doña Mariela, una ecuatoriana de 36 años, quien ha vivido más de la mitad de su vida en la misma área, “el problema fue que los muchachos crecieron y se metieron en las maras. La “Mara Salvatrucha”, mejor conocida como M-13, siembra el terror en nuestro pueblo. Y ninguno de nosotros se atreve a decir nada”.
De acuerdo con los informes del Departamento de Policía del Condado de Suffolk, este año se han encontrado los cadáveres de cinco adolescentes, entre los 14 y los 16 años, supuestamente torturados y asesinados por la mencionada banda.
“No vemos la hora de que Trump venga y se lleve a todos esos criminales”, afirma la tía de una de las víctimas.
Por otro lado hay una queja general de que los indocumentados están llenando las salas de emergencia de los hospitales, lo cual afecta mucho a quienes tienen una emergencia médica.
También se quejan de que gran parte de la mala educación pública se debe a los indocumentados. “Mis hijos no quieren ir a una escuela donde los maestros repiten y repiten la misma frase para que los niños recién llegados entiendan. Esos nos obligó a enviar los muchachos a una escuela de paga”, dice Liliana, una mexicana del Bronx que envía sus hijos a una escuela católica.
En la Roosevelt tampoco hay mucha simpatía
En Queens en la avenida Roosevelt, tampoco hay mucha simpatía por los indocumentados. Los vecinos se quejan de que traen mucha inseguridad. “No estoy hablando de que todos los indocumentados son indeseables. La gran mayoría vienen a luchar y a sacar su familia adelante. Pero hay una chusma de indeseables que se les orinan en las puertas de los negocios, les mandan la mano a las mujeres y convierten a la Roosevelt en una zona roja de noche, dice Rubén un comerciante de la Roosevelt.
De igual manera, hay quejas de que es debido a los indocumentados que a lo largo de la avenida Roosevelt entre las calles 74 y 104, hay por lo menos 150 bares y cantinas, donde docenas de bailarinas de $2 dólares se ganan la vida.
“Eso es muy bueno para los negocios de bailarinas de $2, dólares pero pésimo para los demás negocios. Yo tuve que cerrar mi restaurante después de 30 años”, afirma Don Luís, un ex comerciante del lugar.
Tampoco los quieren en el Bronx
A lo largo de la avenida San Nícolas en el Bronx, hay una queja contra los indocumentados. “Hacen basura, contribuyen con muy poquito en los negocios y la presencia de tanto hombres jóvenes y solteros origina la oleada de prostitución que tenemos”, comenta una trabajadora social de la zona.
Es de destacar que para muchas de las personas ya establecidas, con negocios afectados por la presencia de indocumentados, la propuesta de Donald Trump de expulsarlo, es la ideal.
Y como nota final hay que decir que varios de los entrevistados vivieron como indocumentados hasta la legalización o amnistía de 1986, ordenada por el Presidente Ronald Reagan.
Pero ellos no sienten la misma compasión que tuvieron quienes los ayudaron hace 30 años a solucionar su estatus migratorio. Cómo nos cambia la vida…