Por Elizabeth Mora-Mass.
New York. En una ceremonia fastuosa que duró cuatro horas, Brasil inauguró los Juegos Olímpicos 2016, con la presencia de más de 11 mil atletas procedentes de 200 países.
La ceremonia comenzó con una exuberante danza, llena de luz y color que contaba la historia del país. Y tuvo como punto central a la supermodelo Gisele Bündchen, vestida con un traje de noche plateado, caminando en el centro del legendario estadio Maracaná al son de la inolvidable canción “La Chica de Ipanema”, el himno nacional de Rio de Janeiro.
A pesar de los temores por el virus del Zica, la gran mayoría de los atletas llegaron a luchar por la gloria en la historia olímpica.
En ese universo especial que es el deporte, cuya base es entrenar, entrenar y más entrenamiento hasta llegar a la perfección, los atletas saben que lo tienen que entregar todo.
Por el oro
Aunque las medallas son de oro, plata y bronce, la que más cuenta es la de oro. Es el sueño de todo atleta, para escribirlo en su historia.
La historia deportiva está hecha de metros, minutos, centímetros, segundos y centésimas de segundo. Los atletas además, aparte del pundonor deportivo tienen que tener ese algo inexplicable que el Factor Ulises, el cual es lo que les permite destacarse de los demás, superando el dolor, el miedo, la gravedad y hasta la suerte en pos del título.
¡Ser el campeón! ¡El mejor! ¡Segundo de nadie! Eso es ser al campeón para el público y los competidores.
A partir de hoy veremos si Michael Phelps, el abanderado de Estados Unidos, en esta su quinta olimpiada, cosechar más medallas para agregarle a las 22 de ya tiene, entre ellas 18 de oro.
También veremos si los 272 atletas rusos que están compitiendo ganan el oro sin la ayuda del doping, que de entrada eliminó a 118 de sus compañeros a quienes el COI no les permitió competir por dopaje.
Además estamos viendo, como las guerras afectan el deporte, por primera vez compite un grupo de atletas refugiados, que vienen de las guerras civiles que vienen de Siria y Turquía.
Esta XXI ha sido la olimpiada más costosa de la historia. Miles protesta afuera, mientras que los medios muestran la pobreza, el hambre, los niños desnudos, el agua y a la presidenta Dilma Rousseff por corrupción.
Pero la llama que alimenta el oro olímpico sigue ardiendo tal como lo hizo desde la antigüedad.