Orlando Tobón, gravemente enfermo en el hospital
Por Elizabeth Mora-Mass
Un hombre bueno, es la frase con la cual se podría definir a Orlando Tobón, mejor conocido como Don Orlando, un colombiano que por más de 40 años se ha dedicado a ayudar a las personas más necesitadas de la comunidad: pobres, enfermos, mulas, presidiarios y fallecidos.
Con el permiso de ustedes tengo que hablar de Don Orlando en primera persona, algo que si bien es considerado un pecado mortal en periodismo, es entendible si estamos hablando de una relación de 30 años.
“Estoy enfermo en el hospital y quiero agradecerte todo lo que has hecho por mí en estos años”, dijo Don Orlando, hablando por teléfono con esta reportera.
“Lamento mucho que estés enfermo. Pero soy yo la que tengo que agradecerte toda la ayuda que a lo largo del tiempo me has brindado para realizar mis labores periodísticas”.
Nos conocimos en septiembre de 1986, cuando acababa de llegar a Nueva York. Nos presentó Manuel de Dios Unanue, en ese entonces director del Diario la Prensa de New York.
Don Orlando quería que los periodístas lo acompañáramos a la oficina de Asuntos Hispanos de la Alcaldía de Nueva York, para denunciar el atropello de la DEA contra una señora colombiana y sus dos niños menores de tres años.
Aquella era una época terrible para los colombianos acusados de narcotráfico. Si un hombre colombiano era sospechoso de tener vínculos con las drogas y era capturado y vivía con su familia en Estados Unidos, todos pagaban las consecuencias.
Por regla general, la familia era sacada de la casa y todos sus bienes embargados. Este fue el primer caso que cubrí para el Tiempo de Bogotá. Todavía me perturba el ver a la señora con una niña de dos meses y un niño de dos años en la puerta del edificio donde no los dejaban entrar al apartamento alquilado “porque es pagado con dinero del narcotráfico”, gritaban los agentes de la DEA.
Don Orlando, consiguió con la Defensoría del Pueblo de Nueva York, una orden de protección para los derechos de los niños, ciudadanos estadounidenses, dado que la DEA les había quitado hasta los pañales. Fue el primer triunfo que vi de Orlando ante las cortes, luego lo acompañé docenas de veces en casos similares.
Una semana más tarde me llamó para que lo apoyara en la recolección de donativos para repatriar los restos de un joven de 18 años fallecido como mula. Su mamá llamó desde Medellín para que le enviaran los restos del muchacho que les había dicho que se venía a trabajar a los EE.UU. Con el tiempo serían siento de mulas las que Don Orlando ayudó a repatriar.
De todas estas incursiones nació una gran amistad entre nosotros. Algunos de mis colegas me acusaban de inventarnos las historias y nosotros nos reíamos.
Yo sólo publicaba las historias que tenían valor social, me quedaba con aquellas que llamábamos: “Las crónicas de Jackson Heights” tal como es el nombre de su libro.
Don Orlando nunca ha abusado de nadie. Conocí de primera mano su labor humanitaria en favor de los desechables del emporio del narco tráfico: Distribuidores callejeros, mulas, guardianes de droga y dinero, albañiles y muchas jóvenes y bonitas que andaban de rumba con los duros del narco. La gran mayoría de ellos terminaban en el hospital, en la cárcel o en el cementerio.
Sólo la familia —por lo general, las madres, las esposas o la hijas— se interesaban por los caídos.
Por eso recurrían a Don Orlando. Cuando nadie los quería ayudar, ni siquiera a escuchar su caso Don Orlando les abría las puertas de su oficina y personalmente diligenciaba todo lo necesario, ya fuera para reconocer los cuerpos, ir al hospital, repatriar el cadáver o visitarlos en las cárceles.
Cuando varios periodistas colombianos lo acusaron de usar los cadáveres de las mulas para lavar el dinero sucio del narcotráfico, lo vi llorar. “No tengo tanto dolor sino rabia. Tu sabes como es mi trabajo”.
En ese momento el Colombiano de Medellín estaba buscando El Colombiano Ejemplar para premiarlo. Hable con cerca de una docena de personas supuestamente amigas de Don Orlando y nadie lo quiso inscribir. Yo lo hice como ciudadana colombiana y se ganó el premio. El mismo cuento del blanqueo de dinero a travez de los cadáveres lo llevaron a la Universidad de Columbia. No era tanto por atacar a Don Orlando si no para sacarme de la Universidad. La escuela envió cinco equipos de investigadores. Afortunadamente vieron en vivo y en directo la labor humanitaria de Orlando. Esa semana se enviaron 15 sillas de ruedas, 10 caminadores y varios equipos médicos para los hospitales.
Durante las investigaciones, ocurrió uno de los casos más duros en la historia de las mulas: Una anciana de 86 años murió de sobre dosis al intentar entrar dos kilos de heroína en su estómago.
Cuando el hecho ocurrió, el enviado de la Universidad de Columbia era asistente de la revista Time. Se quedó aterrado con la historia de la viejita. Se trataba de una humilde vendedora de frutas de Corabastos en Bogotá. Su esposo necesitaba una operación y las bandas de narcotraficantes la convencieron para que viniera. Don Orlando no sólo remitió las cenizas si no que consiguió el dinero para que el esposo se operara del corazón. La revista Time, le dedicó el editorial por su labor humanitaria y lo convirtió en una figura internacional.
Al mismo tiempo, Don Orlando estaba ayudando a operar a cinco personas ciegas, dos recuperaron la vista.
Don Orlando también a ayudado a docenas de personas que durante la recesión del 2008 perdieron sus viviendas por falta de pago. Una de esas personas vino hace poco a traerle un regalo. “Don Orlando gracias por conseguirme ese apartamento tan bonito con esos judíos tan caritativos”, dijo la mujer en medio del llanto. Don Orlando tiene conexiones con varias organizaciones judías que ayudan a los más necesitados.
En el último trabajo que me colaboró fue en el de una familia de 58 personas de origen colombiano dedicadas al robo en Little Neck Queens. Junto con los corresponsales de Primer Impacto y Al Rojo Vivo, Don Orlando nos consiguió a los conductores de taxis que trabajaban con el jefe de la banda de ladrones, nos dio la dirección del apartamento donde vivían los ladrones y sus familias, así como una cita con uno de los detectives que llevó la investigación.
En el 2006 Don Orlando ha sido el único colombiano elegido por el voto popular. En el 2006 fue elegido como Comisionado al Estado de Nueva York por el partido Demócrata, por el Distrito 21 de Nueva York, el cuál incluye a Jackson Heights, Helmurst, East Helmurst y Corona. Tuve el agrado de dirigir y coordinar el equipo del cual hacían parte Humberto Suarez Motta y Jesús Ramírez. Don Orlando fue uno de los portavoces de las campañas políticas de Hillary Clinton para el Senado por NY. De igual manera llevó los estandartes de las tres campañas del Alcalde Mike Bloomberg y uno de los primeros demócratas en apoyar la campaña de Rudy Giuliani.
Pero quienes viven más agradecidos con él son los presos. Como hay presos que están pagando 25, 30, 35 ó más años por narcotráfico, Don Orlando es para muchos de ellos la única visita que reciben.
Su incursión en el cine con: María llena eres de gracia”, fue todo un éxito, ya que fue la película ganadora de varios festivales. “La mayoría de las mulas son como María. Las circunstancias los obliga a convertirse en mulas”, comenta Don Orlando.
Cuando el escritor Jorge Franco vino a Nueva York “en busca de buenas historias, lo llevé donde Orlando. Los presenté y Franco se quedó dos semanas en la oficina de Orlando. De ahí nació el libro y la película “Paraíso Travel”, el cual está basado en la labor de Orlando.
Don Orlando, alíviate que todavía te necesitamos.
Que gestos de amor por sus hermanos ha tenido Don orlando que Dios le permita una pronta recuperación, y pueda tener mucha fortaleza en este tiempo difícil de,salud es,un ser verdaderamente admirable que sencillamente hace el bien sin juzgar a nadie no lo conozco pero el gran recorrido habla de,su gran corazón espero Unidos con todos,los,que le conocen oremos juntos para,que su salud sea restaurada y completamente sano en el nombre de Jesus.
Bendiciones y muchas gracias por este mensaje tan bonito.