El juicio por la muerte de Carlos Moncayo
Por Elizabeth Mora-Mass
New York. Son días intensos. En la Corte Suprema de Nueva York hay testimonios que ahogan las voces de los testigos en la sala que preside el juez Kirke Bartley, en el juicio contra Harco Constructions por la muerte imprudente de Carlos Moncayo.
Hay un profundo dolor entre los familiares del finado. Se ve la rabia de algunos presentes ante la impotencia de saber que la vida de los trabajadores indocumentados vale menos que el salario de un día.
“Cuando ví las condiciones del tiempo, ordené que salieran del sitio. Pero no me hicieron caso. Tomé las fotos antes para decir en la oficina porqué iba a suspender el trabajo. Les grité: ¡salgan ya! Cuando los trabajadores salieron, colapsó el muro. De Carlos, sólo quedó el gorro amarillo”, dijo Christian Ofosu, ingeniero civil e inspector de la obra en la cual falleció Moncayo, mostrando una foto donde lo único que se ve es el caso amarillo que protegía la cabeza de Moncayo. El resto era sólo lodo. Simplemente Moncayo quedó enterrado vivo a sus 22 años.
Tratamos de salvarlo
En la sala del juicio, la hermana y la cuñada de Moncayo se estremecieron y las lágrimas rodaban por las mejillas. Una funcionaria de la corte les traducía y las consolaba. La madre de Moncayo no vino al juicio por lo duro de este testimonio.
“Nosotros reaccionamos de inmediato. Aquí vemos cómo nosotros tratábamos de sacarlo”, expresó Ofosu, mostrando otra foto, donde se ve dos hombres escarbando con las manos para sacar a Moncayo del lodo.
Harco Construction está acusada por Homicidio Involuntario en segundo grado, Homicidio por Negligencia Criminal, e Imprudencia temeraria en Segundo Grado según la fiscalía que también acusó de los mismos cargos WILMER CUEVA, 50, y ALFONSO PRESTIA, 54, así como a SKY MATERIALS CORP. (“SKY”) de la muerte temeraria de Carlos Moncayo, un empleado de la compañía SKY, al no prestar atención y omitir las repetidas advertencias sobre las condiciones de trabajo inseguras en un sitio de construcción activo.
De acuerdo con el testimonio de Ofosu, debido al mal tiempo, él les escribió dos veces a los dos capataces Cueva y Prestia y a las dos empresas, Harco y Sky, para que suspendieran las labores, pero no le hicieron caso.
Pero, el abogado de la defensa, dio a entender que la falla no fue de los capataces, ni de las empresas, sino del mismo Ofosu, quien debería haber suspendido las operaciones.
Lo mataron por ambición
De acuerdo con Diana Mejía, portavoz de Wind the Spirit, una entidad que capacita y lucha por los derechos de los jornaleros, “la defensa trata de presentar el ardid que el inspector (Osofu) es el culpable, cuando vemos que Osofu no era la persona competente, quien es la máxima autoridad en una obra y el único que puede ordenar la suspensión de las operaciones”.
Y continúo diciendo: “A Moncayo lo mataron ellos por su ambición, por no perder un día de trabajo. A ellos les importa más la ganancia que la vida de los trabajadores. Eso lo vemos a diario”.
Mejía asegura que las estadísticas de la OSHA, la entidad encargada de la protección de los trabajadores, dicen que cada día 15 trabajadores fallecen por falta de seguridad en el trabajo y por año hay más de cuatro millones de incidentes, en muchos de los cuales, “los trabajadores se salvaron por un pelito”, dijo Mejía.
“A Moncayo, le cambiaron la vida por dinero…”
El juicio continúa. No hay gran jurado. Es el juez quien tomará la decisión sobre la inocencia o culpabilidad de Harco.