Mis inolvidables encuentros con el expresidente Belisario Betancourt
Por: Elizabeth Mora-Mass – Editado por: Miguel Álvaro Sarmiento
“Es mejor Convencer que Vencer”- Belisario Betancourt
Hoy tienes que disfrazarte de mujer. Vamos a ir a almorzar a la ONU porque el expresidente Belisario Betancourt te quiere conocer”, me dijo la voz de la cónsul, Martha Noguera, por teléfono aquel día de septiembre de 1989. En el almuerzo el Paisa de Gabardina, como se autodenominaba Belisario Betancourt, quería saber todo sobre mis reportajes acerca del tráfico de droga en general, del Cartel de Medellín en particular.
En ese momento, el expresidente Betancourt presidía la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas para El Salvador. Por ese entonces mi trabajo, además de periodista, consistía también en ser testigo de muchos levantamientos de cadáveres debido a la guerra que se libraba entre los carteles de la droga en la Ciudad de Nueva York. Mi uniforme era un par de jeanes y tenis. Martha sabía sobre mis fachas, por eso me advirtió sobre disfraz. Mi editor, en el diario El Tiempo, era el futuro vicepresidente y ahora embajador de Colombia en los Estados Unidos, Francisco Santos. El atuendo del expresidente era de cachaco con esencia a paisa.
El expresidente fue el primero en mostrar un interés sobre mis escritos que fuera más allá de una lectura interesante para algunos, entretenida para otros. Para él fueron un vehículo que le sirvió de imagen para, además de presidir la Comisión de la Verdad, cabildear en Naciones Unidas una medida de rescate para la ciudad de Medellín.
El almuerzo fue un interrogatorio profundo sobre lo que yo pensaba del narcotráfico, de dineros sucios, de las políticas de combate al tráfico de droga y sobre todo sobre los jóvenes y menores que a diario llegaban a las filas del sicariato.
“Gracias por escribir estos reportajes. Me dieron mucha claridad sobre lo que se vive en Medellín”, me dijo el ex mandatario a la vez que me abrazaba. Yo, quedé atónita ante las palabras del hombre a quien muchos reconocían más por la estela de tragedias que le precedían que por su trabajo como obrero de la paz. Nos despedimos, no sin antes el presidente haber tomado mis datos para volvernos a ver.
A Betancourt le precedían varias tragedias, entre ellas: la debacle de la violenta cruenta retoma del Palacio de Justicia, las más 30 mil vidas perdidas por la explosión del volcán Nevado del Ruiz sobre el pueblecito de Armero, el terremoto de Popayán, y, la que jamás le perdonarán los millones de fanáticos del Fútbol: hacer de Colombia el primer, y hasta el momento, el único país en la historia del fútbol en renunciar a celebrar el Mundial en 1986. Él, prefirió ponerse colorado una vez y declinar ser sede porque pensó que destinar esos fondos a la inversión social primaba sobre el Mundial.
Ni siquiera su hermano Juvenal desde el púlpito de su popular noticiero “Orientación, la Tribuna de la Patria” en Radio Santa Fe, logró que el pueblo le perdonara semejante desmán al deporte rey.
Debido a los escritos de los que hablaba el expresidente Betancourt, Pablo Escobar, el entonces jefe del Cartel de Medellín me había desterrado de Colombia. Al Patrón no le gustó para nada mi artículo, “De Medallo a Metrallo” – publicado en El Tiempo 13 de septiembre de 1987.
Escobar, sin embargo, no fue al único al que le incomodaron mis notas. El exalcalde de Medellín, William Jaramillo Gómez, Medellín y medio país parecían haber estado de acuerdo con mi expulsión por haberme atrevido a publicar semejante sartal de mentiras y exageraciones sobre la Bella Villa, según los pregones del ex alcalde a los que los demás le hicieron eco.
El otro reportaje al que hizo referencia el expresidente fue, “Por billete mato al que sea”. En éste se señalaba por primera vez el perfil de los sicarios de moto, empleados por célebremente infame Pablo Escobar – Esta nota se publicó en el diario El Tiempo del 28 de septiembre de 1986.
Estos dos reportajes fueron escogidos por Betancourt, junto con “Estar vivo no es la vida”, de Juan José Hoyos, para presentarlos como testimonio ante los delegados de las Naciones Unidas. Su meta era conseguir que ese organismo le donara 600 millones de dólares para realizar programas sociales para rescatar a Medellín de las garras del sicariato. Por ese entonces la tasa de asesinatos en esa ciudad era de 7.500 víctimas cada año, en su mayoría jóvenes y menores.
Un año después, me llamó él mismo para invitarme a almorzar otra vez. Esta vez estaba acompañado de funcionarios de la ONU quienes pertenecían a las juntas de Derechos Humanos, la Niñez, la Paz y conflictos armados. Además le acompañaba el Cardenal alemán, el futuro Papa Benedicto XVI, representando a la Iglesia Católica.
El presidente me entregó entonces copias de los reportajes traducidos al inglés y al francés. Y,de nuevo volvieron los interrogatorios intensos. El almuerzo empezó al mediodía y se extendió hasta eso de las 4 pm. Fue una de las últimas veces que el expresidente saliera a la vida pública y la última que yo lo viera a él.
Tiempo después, recibí invitación para asistir a la entrega de los 600 millones de dólares que la entidad donara para salvar a Medellín.
Décadas más tarde, este pionero y promotor de la paz en Colombia y de la reconciliación en América Central, regresó a la palestra pública en el umbral de su vida; esta vez para promover la paz y la reconciliación entre los colombianos.
“Mi única aspiración, compatriotas, en este momento solemne de mi vida, es que al final de mi mandato se diga que fui un gobernante justo, un gobernante que batalló al lado de los humildes, de los cuales salí. Así podré salir tranquilo y feliz el resto de mi edad, como dice un hermoso poema”, dijo Betancourt en su discurso inaugural.
El expresidente no se fue sin despedirse. Me siento incluida en una de sus frases que dijera en busca de la reconciliación del país:
“Ha llegado el momento de barajar y volver a dar, y reconciliarnos los unos con los otros, y en esa reconciliación de los unos y los otros pido perdón a quienes ofendí y doy las gracias a quienes me iluminaron y me ayudaron”… Quiero pensar que mis notas ayudaron a iluminar al expresidente y a su vez a ayudar al rescate de Medellín.
Belisario Betancourt más que un político, abogado o periodista fue un poeta, un intelectual y un ser humanitario con un corazón paisa curtido por la experiencia. QEPD el Presidente Poeta
Nota del Editor:
Los artículos “de Medallo a Metrallo”, “Por billete mato al que sea”, de la periodista Elizabeth Mora Mass, y el “Estar vivo no es vida”, de Juan José Hoyos, se encuentran en exhibición permanente en el Museo Casa de la Memoria, en Medellín, Colombia, América del Sur.
Resultados de la gestión de el Presidente Belisario Betancourt C:
Creó la primera ola de vivienda social sin cuota inicial; la universidad abierta y a distancia; luchó contra el analfabetismo. Afilió a Colombia al Grupo de los No Alineados en las Naciones Unidas. Impulsó al Grupo de Contadora, para trabajar por la paz en Centroamérica.
Entre sus galardones está el Premio Príncipe de Asturias